Una publicación en LinkedIn plantea: «¿Y si una librería nos cobrara más cuando no terminamos un libro, o un 50 % menos si lo terminamos rápido?». Este es el ejemplo perfecto de cómo, durante los últimos años, la lectura ha pasado al terreno de la productividad y de los absurdos premios personales.
Ves a miles de personas en redes hablando de que se han leído cien libros en un año, que está perfecto, pero parece que lo que importa es el número que lees, o lo rápido que lees, y no realmente disfrutar y aprender de lo que estás leyendo. Yo también he caído un poco en esta dinámica usando Goodreads, donde te pones un "logro" anual y parece que, si no lo completas, es que no has leído lo suficiente. Solo aumenta la prisa por acabar el libro.
Por otro lado, hablar de que «la gente compra libros para no leerlos» es no tener ni idea de cómo funciona el comportamiento de los lectores. Son dos hobbies completamente distintos: uno es leer, y el otro es coleccionar. A los lectores que nos gusta comprar en físico nos encanta tenerlos en casa, verlos, saber que tenemos una especie de librería disponible para nosotros solos y encontrar en ella joyas que compramos meses o incluso años atrás. Premiar a los lectores por leer rápido un libro que compran o penalizarlos por no hacerlo o, simplemente, plantear que se monitorice a una persona en su tiempo libre me parece una barbaridad, una lógica de mercado que debería quedar fuera de nuestras aficiones y nuestro espacio personal cuando terminamos de trabajar.
Basta de querer ponerle números a todo y de querer que las librerías sigan las estrategias que siguen las grandes empresas. Id a vuestras librerías de barrio —o a las papelerías de vuestro pueblo— y, si estas tienen un catálogo que os haga querer adquirirlo todo, lo que vais a leer próximamente y también lo que no, eso os convertirá en compradores fieles y a las librerías pequeñas, en negocios rentables.
Finalizo esto con una frase que escuché en la última Feria del Libro de Madrid: «Yo no conozco a nadie que diga: "a veces leo". El lector es lector y siempre tiene un libro en la mano». Si alguien compra un libro sin intención de leerlo, no te preocupes: eso es porque está leyendo otra cosa.